Capricho (poesía)
Tiernos besos en mejilla candente
parecían refulgentes chispazos.
Ella era brisa entre mis brazos,
brisa que me hacia dar bandazos
en mi creación de lava ardiente.
Aquella mariposita decente
me iba quemando con sus ojazos,
pero siendo tan frágiles los lazos
fui alga en el mar de los sargazos
arrastrada por submarina corriente.
Fui un pobre peregrino, doliente,
que miraba los inmensos ribazos
donde se agachaban los abrazos
rodeados de deseo creciente.
Soñador, cobarde e indigente.
Cómo beodo fui dando trompazos.
Poco a poco caía a pedazos
si la garza me besaba sonriente.
En el talle de la flor vi algo diferente,
vi la miel, vi bondad, vi los brochazos
que pintaron un mundo iridiscente.
Maravillosa fue la cruz latente,
mezcla de chaparrones, sol y nevazos
de aquel amor de adolescente.
José Enrique Oti García.
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