El Capricho Poético
El Capricho Poético es un género creado por mí. Es un poema que tiene veinticuatro versos asonantes, en dos quintetos, dos cuartetos y dos tercetos, de versos endecasílabos, en los que las rimas son iguales, en los quintetos, en la primera y en la quinta, que a su vez riman con los primeros y cuartos de los tercetos y con los primeros y terceros de los tercetos. y en la segunda, la tercera y la cuarta, las cuales riman a su vez con la segunda y la tercera de los cuartetos y con las segundas de los tercetos.
José Enrique Oti García.
CAPRICHO DE JUVENTUD
Un beso radiante surcó las colinas,
luego bajó, meloso, sensual. audaz,
saboreando melosa castidad
que se perdía en la intimidad
entre las embrujadoras neblinas.
Sonaban notas de dos concertinas.
Fuimos irisando la felicidad.
Nos alejamos de la realidad
Gozamos hasta hasta la saciedad.
Nos bañamos en nuestras propias minas.
Detrás de nuestras bella bambalinas
hicimos guerra para hallar la paz,
por que paz era espiritualidad,
la guerra alejaba las rutinas.
No conocíamos las triste ruinas
que causan con su loca atrocidad
los coyotes, hijos de la vanidad.
Volábamos como dos golondrinas.
Mas no tardaron en llegar espinas.
La vil envidia con su voracidad
hizo sucias las tiernas serpentinas.
¡Amor enterrado bajo encinas!
¿Por que el cerdo con su maldad
puede destrozar tus alas divinas?
José Enrique.
José Enrique Oti García.
CAPRICHO DE JUVENTUD
Un beso radiante surcó las colinas,
luego bajó, meloso, sensual. audaz,
saboreando melosa castidad
que se perdía en la intimidad
entre las embrujadoras neblinas.
Sonaban notas de dos concertinas.
Fuimos irisando la felicidad.
Nos alejamos de la realidad
Gozamos hasta hasta la saciedad.
Nos bañamos en nuestras propias minas.
Detrás de nuestras bella bambalinas
hicimos guerra para hallar la paz,
por que paz era espiritualidad,
la guerra alejaba las rutinas.
No conocíamos las triste ruinas
que causan con su loca atrocidad
los coyotes, hijos de la vanidad.
Volábamos como dos golondrinas.
Mas no tardaron en llegar espinas.
La vil envidia con su voracidad
hizo sucias las tiernas serpentinas.
¡Amor enterrado bajo encinas!
¿Por que el cerdo con su maldad
puede destrozar tus alas divinas?
José Enrique.
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