La rara

   Tenía los ojos tristes y la sonrisa forzada

      la niña preciosa de las ropas  usadas,

     la niña preciosa de las limpias miradas,

la niña preciosa que tenía poco más que nada.


     Jugando en la vieja casa de su abuela

con una cocina hecha con una piedra llana

 y con una muñeca echa con trapos y lana

veía regresar a las otras niñas de la escuela.


     Ella tenía que trabajar duro si quería comer,

       así hiciera sol, así lloviera o así ventara.

Muchos niños y alguna niñas la llamaban la rara,

 raros eran ellos que teniendo ojos no podían ver.


     Tenía los ojos tristes y la sonrisa forzada

      la niña preciosa de las ropas usadas,

    la niña preciosa de las limpias miradas,

 la niña preciosa que tenía poco más que nada.

José Enrique Oti García.








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