Así aprendí el dolor del amor (poesía)

Un negro buitre de melancolía
nació de una lágrima furtiva
y naufragó en la paz primitiva
enviando una sentida misiva
mientras un temblor me estremecía.

Cómo triste cometa me perdía
sabiendo mi larga ruta cautiva
de la oscuridad, loba altiva,
siempre presente en la comitiva
que tiene un gorrión en su agonía.

El albor esperanzas devolvía
y el alma volvía a estar viva,
hasta que una noche, agresiva,
me dijo que nunca fuera mía.

Se sumió en eterna algarabía,
con desmanes de moza caritativa,
La diosa no era  ni siempreviva.
Formaba parte de la porquería.

Y cuanto más pensaba más sufría.
Mi barco se marchó a la deriva
y se hundió en la monotonía.

Se me hizo noche eterna el día,
hasta que me comprendí que no era diva.
Era mujer, preciosa, mas vacía.

José Enrique Oti García.



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