Celia (las siete vidas del gato) Relato

Jacobo, era un niño de once años, moreno, bastante alto, delgado y el más gamberro del Penedo, una aldea gallega, de las Rías Bajas.
Celia, era una muchacha de 18 años, ni alta ni baja, rubia y muy guapa.
Hacía un mes que alquilara una de las casas del Penedo.
Las ancianas de la aldea, decían que era una bruja.
Los ancianos decían que las brujas eran las ancianas.
Los muchachos, opinaban cómo los ancianos y las muchachas, cómo las ancianas.
Una tarde, Jacobo, y tres niños más, entraron en la casa de Celia,
buscando dinero..., o algo que les gustase,
Jacobo, vio unas monedas muy antiguas encina de una mesa.
Las iba a coger, cuando una sartén, se descolgó de la pared
y fue volando hacia los niños que estaban revolviendo en los cajones de la habitación de Celia.

Los niños, con Jacobo a la cabeza, dieron con los pies en el culo y no pararon hasta llegar a sus casas.
Celia, cuando llegó a casa y vio todo revuelto, se enfureció y cambió de aspecto, pero, lejos de volverse una vieja bruja, se transformó en una morena, preciosa,

Jacobo, desde aquel día, dejó de hacer gamberradas y se pasaba el tiempo muerto en casa de Celia, de la que se hiciera amigo.

Los amigos, lo veían pasar. Sabían que estaba hechizado, pero callaban. Tenían miedo.

Una noche, Jacobo, se quitó la camisa para lavarse. Tenía la espalda llena de arañazos.
Su madre, María, al ver los arañazos, le preguntó:

-¡¿Quién te hizo esa barbaridad?!
-Me caí en unas zarzas.
Un mes más tarde, el padre y la madre de Jacobo, heredaron una casa y se quedaron más tranquilos. Su hijo no volvería ver a Celia.
Nueve años más tarde, Jacobo, ya era un hombre hecho y derecho.

Andaba con una chica  de 18 años, Lucía, que hacía un par de meses que llegara a la Torre, que era otra pequeña aldea gallega

de las Rías bajas.

Jacobo, tenía una gata negra, Perla, que había criado a biberón y a la que salvara la vida 6 veces, y siempre por caerse en el pozo,



Perla, no podía ver a Lucía, cada vez que la veía, amenazaba con atacarla.

Un día, que amenazó con hacerlo, Lucía, le dijo a Jacobo;
-Es ella o yo. Tú decides.

Jacobo, quería mucho a Perla, pero más quería a Lucía, que le hacía al hombre, las mismas cosas que Celia e hiciera al niño. Llevó la gata al monte y la dejó a su suerte.

El padre y la madre de Jacobo, de un día para otro, enfermaron, el padre, Manuel, ya estaba en coma en el hospital,
La madre, en casa, agonizaba.
Una tarde, Lucía fue a ver a María y le dijo:
-Pronto esta casa será mía, apestada.
-¿Pero, tú quien eres? ¿Que te hice para llamarme apestada?
Lucía, se transformó en Celia.

-¡¡Tú!! ¡¡Eres una bruja!!
-La causante de vuestros males. -dijo, mientras sonreía.
Jacobo, que escuchara detrás de la puerta, entró en la habitación, y le dijo a Celia:

-Arregla lo que deshiciste o no sales de aquí viva,
Celia, se transformó en otra joven 

y extendiendo un brazo, derribó a Jacobo.
Perla, la gata negra de Jacobo,  entró por un ventanuco y se lanzó a la cara de Celia.

Celia, acabó huyendo, pero Perla quedo mal herida, tan mal herida, que agotó la vida que le quedaba.
Dos meses mas tarde, apareció en la puerta de la casa, una gatita negra,

Jacobo, al verla, le dijo:

-Bien venida a casa, Perla.
Yo no sé si aquella gatita era la reencarnación de Perla o no, lo que me pregunto es: ¿Dónde andará Celia?

                                       ¿Fin?            

                         José Enrique Oti García.    

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