Cuando no había maldad (poesía)
Cuando no había maldad,
después de la mirada y el suspiro,
suspiro que rezumaba amor,
encontrábamos la felicidad
en un beso enternecedor.
Las manos, con tacto de seda,
acariciando el cabello,
hacían, lo dulce, crepuscular.
Era todo, tan, tan bello,
que despiertos, aprendimos a soñar.
José Enrique Oti García
después de la mirada y el suspiro,
suspiro que rezumaba amor,
encontrábamos la felicidad
en un beso enternecedor.
Las manos, con tacto de seda,
acariciando el cabello,
hacían, lo dulce, crepuscular.
Era todo, tan, tan bello,
que despiertos, aprendimos a soñar.
José Enrique Oti García
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