Elena, la princesa sirena - Cuento para niñas y para niños
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Vicente era un marinero del trirreme el Dorado, que iba a hundir el Parco, el trirreme del pirata Mala Rata. Él iba a ser el único superviviente en una batalla en la que dio la talla sin parar hasta que un golpe traicionero hizo que cayera a la mar.
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A lo lejos vio una isla y hacia ella nadó hasta que se cansó
-No llego, no llego, tan cercana y tan lejana, para mí no hay mañana.
Su cuerpo hasta el fondo del mar fue bajando. Una sirena llamada Elena y su hermana Selena, viendo que se iba a ahogar lo fueron a ayudar.
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Lo subieron a la superficie para que pudiera respirar y luego lo dejaron sobre a arena de la playa de la isla de las sirenas. Vicente les dijo gentilmente:
-Todo marinero sueña con encontrase con una sirena y yo me he encontrado con dos, desde hoy creeré que en el mar hay un dios?
Las sirenas tenían prohibido hablar con los humanos pero Elena la prohibición se saltó y con Vicente habló.
-Hay varios dioses en el mar, pero Poseidón es el dios de los dioses.
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Selena, la otra sirena, con una mano le tapó la boca.
-Calla, loca, que por salvarlo ya hemos desobedecido, y por hablarle el castigo puede ser desmedido.
Se fueron dejando a Vicente abrumado, pero agradecido por haberlo salvado.
-¡Es tan bonito el naufraguito -le decía Elena a su hermana Selena.
-Es un humano, y como todo humano si le das un dedo te coge la mano.
-Es hermoso, es precioso.
-¡Ni se te ocurra volverlo a ver!
Elena se reía, y le dijo en un acto de coquetería.
-Eso es cosa mía.
Una sirena las interrumpió y les espetó:
-Princesas, la reina os quiere hablar. No la hagáis esperar.
Elena á los ojos la miró y le preguntó:
-¿De que, María José?
-Y yo que sé.
Llegaron a la sala del trono de Magdalena, la reina de las sirenas, y esta cuando las vio, como el el palacio se sabía todo, les preguntó:
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-¿Se salvó algún humano del ataque del barco del pirata Mala Rata?
Selena sonrió y le mintió.
-No, mamá, del barco que el pirata Mala Rata hundió, nadie se salvó.
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-No está bien decir una mentira para salvaros de mi ira. ¡¿Cuántas veces tengo os que decir que a un humano que se va a ahogar no se le debe salvar?!
Con cara de tristeza, las dos sirenas bajaron la cabeza.
-Además tú, Elena, eres la prometida de Tritón y si el humano se hiciera contigo ilusiones, lo mataría sin contemplaciones. ¿Me tienes algo que contar antes de que en vuestros aposentos os mande encerrar?
-Sí, mamá, yo fui la primera en ir a ayudar al humano y la única que le habló, por piedad, encerrarme a mi y dejad a Selena en libertad.
-Ya lo sabía. Por decir tú la verdad no os privaré de vuestra libertad, pero a ese humano nunca jamás te vas a acercar. Si lo haces me voy a enfadar y lo vas a lamentar.
Elena tenía prohibido volverlo a ver, pero vigilaba cada día lo que Vicente hacía, eso sí, sin que él supiese que andaba por allí. La reina lo sabía porque tenía más de una espía, pero como a Vicente no se acercaba, la dejaba. No se acercaba hasta que Vicente, por matar el aburrimiento, a una pequeña isla nadó, y pensando que no la verían a él se acercó.
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-Creí que no te iba a ver más después de salvarme la vida, querida.
-¿Querida? No me digáis eso que estoy prometida.
-Querida, querida, querida y amada, amada y soñada, soñada y deseada.
-La soledad lo ha trastornada y se crees de mi enamorado. Soy una sirena, cabezón, y mi sino es casarme con Tritón.
-No, si yo lo puedo evitar, y si tengo que pelear por ti, voy a pelear.
-Mi prometido es el hijo de Poseidón, cabezón.
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