La vez primera
Besos, caricias, enternecedoras,
se volvieron mariposas acaloradas,
y de la inocencia fueron cazadoras
en verdes campiñas, incendiadas.
Las manos, gardenias temblorosas,
buscaron los recovecos soleados,
en las dos embrujadas mimosas,
en dos universos, en miel bañados, .
El amor, en estado puro, brillaba,
y iluminaba cómo nocturno sendero.
Un aroma a azucenas se respiraba
cuando se fundieron los Eneros.
Ya otros amores han dejado huella
en aquellas maravillas praderas,
mas ninguna tan especial, ni bella,
cómo la de la dulce vez primera.
José Enrique Oti García.
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