De nada vale recordar el río aquel, de agua fresca, clara, limpia, cristalina, en el que no sumergiste, cómo ondina, en sus aguas turbulentas, tu tersa piel. De nada vale que lo imagines cuan miel de una colmena cómo la tuya, latina, dónde te ves abeja reina, feliz, divina.. si cuando pudiste no hiciste ese papel. De nada vale ser dichoso, imaginando besos frescos, cuan soleado amanecer, cuando los aguaceros andan rondando. De nada vale el amor que no pudo ser, si acaso, para que acabes añorando el amor que te rodea y no quieres ver. José Enrique Oti García.