El hombre de ninguna parte (poesía)
El hombre de mar,
acostumbrado a remar y a remar,
la imaginaba como una sirena
y le hacía el amor sobre la arena.
El hombre rural,
mitad jilguero y mitad pardal,
la imaginaba como una garza real
y le hacia el amor entre el matorral.
El hombre de montaña,
que tiene mucha menos arte que maña,
la adoraba como si fuese una princesita
y la veía de entre las bellas la más bonita.
El hombre de ciudad,
mitad payaso, mitad calamidad,
imaginaba como sería su dulce agonía
cuando se convertía en sensual poesía.
El hombre de ninguna parte,
del que ella nuca tuvo parte ni arte,
solo soñaba con hacerle un bello nido,
olvidándose, de que la morena tenía marido.
José Enrique Oti García.
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