Capricho - En mi niñez (poesía)
En mi niñez vi santurronas odiosas
y prestes en su mundo de embriaguez,
eran cómo alimañas muertas de sed
bañándose en su burda estupidez
para poder ver hiel en niñas hermosas
En las rosas más primorosas,
en las vírgenes de talle y de tez,
en las posesoras de la sencillez.
descargaban toda su vil idiotez
con lenguas viperinas, venenosas.
Mas las rosas seguían siendo rosas
y sus ríos fluían con madurez.
Eran tesoreras de la candidez,
de su honradez no eran dudosas
¡Qué bellas, qué dulces, qué donosas
eran aquellas almas sin altivez
que nos descubrieron la timidez
a los que las vimos cómo diosas!
Y si una garza, en tardes ociosas,
suspiraba con con juvenil avidez
guardaba sus delicias deliciosas.
Tiempos de recato y de sensatez,
cuando los besos eran cuan mariposas
que se posaban en labios de la niñez.
José Enrique Oti García.
y prestes en su mundo de embriaguez,
eran cómo alimañas muertas de sed
bañándose en su burda estupidez
para poder ver hiel en niñas hermosas
En las rosas más primorosas,
en las vírgenes de talle y de tez,
en las posesoras de la sencillez.
descargaban toda su vil idiotez
con lenguas viperinas, venenosas.
Mas las rosas seguían siendo rosas
y sus ríos fluían con madurez.
Eran tesoreras de la candidez,
de su honradez no eran dudosas
¡Qué bellas, qué dulces, qué donosas
eran aquellas almas sin altivez
que nos descubrieron la timidez
a los que las vimos cómo diosas!
Y si una garza, en tardes ociosas,
suspiraba con con juvenil avidez
guardaba sus delicias deliciosas.
Tiempos de recato y de sensatez,
cuando los besos eran cuan mariposas
que se posaban en labios de la niñez.
José Enrique Oti García.
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