Capricho (poesía)

Ansias agoreras como gitanas
me dejaron ver la perla experta,
perla que en una concha incierta
podía decirse a ciencia cierta
que ensombrecía flores lozanas.

Me sobraba todo menos las ganas
de dejar abierta su noble puerta.
Cundo sonó el grito de reyerta
su sedosa piel le dejé cubierta
con miles de sensuales filigranas.

¡Cuerpo a cuerpo! ¡Ardían sabanas!
Los gemidos ya estaban alerta
y deseaban volar por la huerta
para revivir pasiones troyanas.

Dulces caricias eran escribanas,
anotaban la que era despierta
porque hacía abrir la compuerta
y a la que traía las desganas.

Logré ser capitán de capitanas
al ver en el navío la cubierta
mojada por sus delicias tempranas.

Sentí trinar jilgueros. Croar ranas.
Luego encontré la gloria abierta
al comenzar a repicar campanas.

José Enrique Oti García.


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