Capricho (poesía)

Su mirar embrujó el anochecer
porque guardaba deleites soñados.
Acicalé con mis dedos mojados
sus negros cabellos, enmarañados,
con los talles comenzando a arder.

Llegamos al dulce valle del placer.
Suspiros volaron encadenados,
refrescando nuestros labios quemados,
luego la dicha nos dejó atados
en un beso que supo enternecer.

Nuestra Gloria lograba estremecer.
Dejó su blanca aura en los prados.
Los silencios estaban encantados.
La felicidad nos viniera a ver.

La luna comenzó a palidecer,
mas hacía esfuerzos denodados
para que la granada y el granado
en su influjo volvieran a caer.

¡Qué bello hizo aquel amanecer
el tener sus encantos despojados
con un amor que quiso verdecer!

Era  ángel que se hiciera mujer.
Ángel que con sus vuelos delicados
me enseñó la grandeza de su querer.

José Enrique Oti García.


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