Micro relato de miedo
Bernarda y Josefa
Bernarda y Josefa, Cuarentonas, morenas, juegan a la escoba en
casa de la primera.
-Me llegó una carta del juzgado, Josefa. Tenemos que ir a declarar sobre la pelea de los gitanos,
-¡Que raro! A mi no me llegó nada.
-Es mañana, a las doce. Te espero en la pulpería del centro.
Josefa, llegó a la pulpería del centro a las 11,30.
No había un alma. Sintió como si le golperan la cabeza. Miró hacía la mesa donde habían comido un mes atrás, Antonio, esposo de Bernarda, Bernarda y ella. Se estremeció al ver cabeza de Antonio sobre una de las sillas. Temblando, se iba a marchar para el juzgado, cuando vio como dos manos blancas, que surgían de la nada, depositaban otra cabeza al lado de la de Antonio. ¡¡Era la suya!!
Josefa, sabiéndose muerta, musitó:
-Nunca me debí acostar con Antonio.
José Enrique Oti García.
casa de la primera.
-Me llegó una carta del juzgado, Josefa. Tenemos que ir a declarar sobre la pelea de los gitanos,
-¡Que raro! A mi no me llegó nada.
-Es mañana, a las doce. Te espero en la pulpería del centro.
Josefa, llegó a la pulpería del centro a las 11,30.
No había un alma. Sintió como si le golperan la cabeza. Miró hacía la mesa donde habían comido un mes atrás, Antonio, esposo de Bernarda, Bernarda y ella. Se estremeció al ver cabeza de Antonio sobre una de las sillas. Temblando, se iba a marchar para el juzgado, cuando vio como dos manos blancas, que surgían de la nada, depositaban otra cabeza al lado de la de Antonio. ¡¡Era la suya!!
Josefa, sabiéndose muerta, musitó:
-Nunca me debí acostar con Antonio.
José Enrique Oti García.
Comentarios
Publicar un comentario