Seis cuentos ilustrados para niñas y para niños 10

                             

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En el reino más pequeño de la tierra, donde nunca había habido una guerra, y donde había hadas y diosas, entre otras cosas, llegó al trono el rey Grey, un joven de buen corazón, al que algunos nobles, innobles, andaban a incitar para que fuese a guerrear y así más tierras conquistar.
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Cierto día, el rey Grey, estando de caza en el bosque, a un ciervo una flecha con su arco disparó y a una joven en la espalda se la clavó. La joven, mal herida, exclamó: 

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-¡Maldita sea la puntería del mal nacido que de muerte me ha herido!


El rey Grey en su ayuda acudió y cuando la vio su belleza lo sorprendió. Le dijo a la joven el rey Grey:

-No os moriréis, mi palabra tenéis. 
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Al castillo la llevaron y allí los mejores médicos la cuidaron.

Cuando ya estaba recuperada, el rey Grey que todos los días hablaba con ella y que cada día la veía más bella, al lado de su cama se sentó y le preguntó:

-Sé que Bondadosa os llamáis. ¿Pero cómo os apellidáis?
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-Paz en la Tierra. Una paz por la que tendréis que ir a la guerra.
-Os ha subido la temperatura, hermosa criatura..
-Soy una diosa que se ha hecho mortal para salvar a tu pueblo de algo infernal. 

-Habéis recaído. Lo que decís no tiene sentido.

 Como no la quería creer hizo que la viera como diosa, no como mujer.
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El rey al verla se asustó y Bondadosa, del castillo desapareció.

Cuando al rey Grey le pasó el susto y dijo que Bondadosa era una diosa y que si pudiera la haría su esposa, algunos pensaron que estaba loco de atar y lo quisieron destronar. Una guerra se desató y esa guerra el rey Grey la ganó.
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Cuando  la guerra acabó, el rey Grey, al bosque volvió, en una piedra se sentó y lloró por no tener el amor de aquella mujer que se metiera tan dentro de su ser.
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Bondadosa, por la espalda se le acercó en en el hombro le tocó, y al girarse, así le habló:

-Habéis salvado muchas vidas acabando con almas corrompidas.
-Han muerto demasiados soldados.
-Sí, pero ni la milésima parte de los que iban a morir si mal aconsejado en otras guerras os hubieseis enfrascado... Cambiando de tema. Me dijo un pajarito que me queríais decir algo bonito.

El rey Grey delante de Bondadosa se arrodilló y le dijo:

-Os quiero. ¿Queréis ser mi esposa, Bondadosa?

-Sí, yo también os quiero como esposo y como compañero.
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MORALEJA: Mira bien con quien te relacionas, que hay mucha gente y muy pocas personas.

                                  Fin
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Estaba Goyo haciendo un hoyo para plantar al lado de un palomar, un árbol de cuyo fruto se extrae la naranjada cuando se encontró con una lámpara que había sido enterrada. Pensando que no valía para nada a un lado la tiró, y al tirarla una genio de la lámpara salió.

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-Soy la genio de Tolomeo, y por haberme liberado podéis pedirme un deseo.
-Yo soy Goyo y estoy haciendo un hoyo, para plantar un naranjo, como ves pero creía que los genios deseos concedíais tres.
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-Yo soy una genio, truculenta, y concedo sólo uno, y si me enfadáis, ninguno. Lo de truculenta es porque le doy vuelta a los deseos, sean angelicales o infernales, excelentes o normales.
-Ya que no puedo pedir salud, dinero y amor, darme un tiempo para pensarlo, por favor.
-Mañana en este mismo lugar, a las seis. Soy truculenta, más comprensiva como veis.

Iba Goyo caminando hacia su casa cuando oyó a un hombre por la vida hundido decirle a otro bien vestido:

-Yo era rico y ahora no tengo que llevarme al pico.
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-¿Qué te pasó?
-Que la mala suerte me visitó.

Más adelante oyó a un niño decirle a una amiguita muy bonita

 -Ayer tenía una salud de hierro y hoy toso como un perro.
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-¿Qué te pasó?
-Que la mala suerte me visitó.

Y llegando a casa oyó como una chica a un chico le preguntó:

-¿Qué te pasó?

Él le respondió: 

-Que mi amor me dejo.
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-¿Por qué?
.¿Y qué se yo? Sólo sé que la mala suerte me visitó.

Goyo, cuando a su casa llegó, cenó, se acostó, y consultado con la almohada la luz se le encendió.

A la hora acordada Goyo se fue a seguir haciendo el hoyo y a ver a la genio, que lo esperaba intrigada. 

-¿Cuál es el deseo que vuestra mente calienta? Y recordad que soy truculenta. 
-Quiero tener suerte el resto de mi vida, querida.
-Sois un insolente, además de tonto y imprudente. Como todos los humanos, no pensáis antes de hablar y después os quejáis cuando por vuestras palabras tenéis que pagar.
-¿Qué he dicho para tratarme como a un bicho?
-Si no fuera porque sois tan bueno y me dais pena... ¿¡La suerte la queréis mala o buena?!
-¡Buena, buena!
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Goyo tuvo buena suerte con la salud, el dinero y el amor, y de ser un don nadie pasó a ser un gran señor.

MORALEJA: Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar, que por una palabra mal dicha te pueden crucificar.

                             Fin
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En el principio de los tiempos los hombres para sobrevivir pescaban cazaban.
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Cuenta una leyenda que un día, cuando amanecía, a una niñita una cucarachita, de esas bonitas, en el pie le hizo cosquillitas. La niñita comenzó a reír sin parar y a su padre y a su madre la risa logró contagiar.
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Como el resto de los humanos se comunicaban por gruñidos, igual que los animales, cuando los oyeron reír pensaron que sus vecinos habían dejado de estar en sus cabales, mas un hiena se contagió y el resto de las personas que su risa oyeron también rieron. 
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Con el paso del tiempo la risa iba a triunfar, fue inevitable, ya que es mejor reír que llorar.

                                     Fin

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En el reino de Broché donde siempre era de noche, vivían Margarita, una princesa bonita, pero tartamuda y cojita y su hermana Ana, que se reía de Margarita todo lo que le daba la real gana.
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Margarita, que nunca sonreía, amargada vivía. Ana, como hacía lo que le daba la gana y además era la heredera, se creía en todo la primera.

De ella iba a quitar la necedad el árbol de la verdad, cuando su coquetería y su malestar, la llevó a preguntar una noche en un bosque del reino del Broche.
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-¿Quién es más bonita, yo, o mi hermana Margarita?
-Margarita es más bonita.
-Eso no me cabe en la cabeza.
-Pues haced que os quepa, alteza.
-Si es coja, tartamuda y huesuda
-Nada tiene que ver la tartamudez y la cojera y la delgadez con la belleza, alteza

-¿Quién se casará primero con un apuesto caballero?
-Ella.
-¿Por qué es más bella?
-Por que nació bajo bajo una mágica estrella.
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Una semana después, la reina Grisela y el rey Andrés, hablaban de una boda de conveniencia entre Margarita y el príncipe del reino te Provencia.

-Dicen que no es muy agraciado, pero bueno, Margarita tampoco es una joyita, le dijo el rey a su esposa Rosa.
-Tiene lo suyo, pero Margarita es muy bonita. Y casarla por conveniencia me va a pesar en la conciencia.
-Paseemos bajo esta luna radiante y dejemos ese tema para más adelante.
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Ana los oyó, y más tarde a su hermana así le habló.

-Oí decir a papá que un príncipe feo como un demonio al castillo va a llegar y que con él os vais casar.

Margarita obedecía sin rechistar a lo que su padre se le diera por mandar.

-Si e, e, e, es la vo,vo, vo, voluntad de mi, pa, padre y se, se, señor, que me ca, case si amor, me sacri, cri, sacrificaré y me ca, ca, casaré.
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-¿Sacrificarte? Si a ti  ni un puerco espín desearía besarte.

Llegó al castillo, para el matrimonio de conveniencia. Juan, el príncipe del reino de Provencia.
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A Ana, le gustó tanto que ante su padre y su madre intentó usar su encanto.

-Quiero desposarme con ese caballero. ¡Lo quiero!
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Mas quien iba a escoger el príncipe iba a ser, y escogió a , la que ya era su prometida, Margarita la princesa tartamuda y cojita..

La noche de la boda, en el bosque se iba despertar la hada Encantada, que solo se despertaba para hacer un regalo a una mujer cuando era muy amada y un regalo tenía para Rita, la princesa tartamuda y cojita.
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La boda fue fastuosa. El banquete con una comida deliciosa, aunque no le prestó nada a Ana, que comió, pero de mala gana.

Y llegó la hora de ser felices pues ya comieran perdices

En la puerta del nido nupcial, el príncipe cogió en brazos a la princesa para cruzar el umbral, y le susurró al oído, con voz de niño cohibido:

-Os voy a amar tanto, tanto, tanto, que si alguna vez lloráis, de felicidad será vuestro llanto. 

Al ponerla en el piso, la princesa, le dio este aviso:

-Jamás seré feliz con un presumido, con un bandido... ¡Mi tartamudez se ha ido! -se puso a caminar- ¡Y he dejado de cojear!
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A la mañana siguiente, lucia el sol en una mañana bendita, y todos dijeron que el sol había vuelto para ver la bonita sonrisa de Margarita.
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Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.

                                            Fin

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Vivían en la misma ciudad, Octavio, un sabio ciego y viejo que a las personas daba respuestas y consejos, e Isabel, una joven pelirroja,  blanca de piel, e imprudente, que se creía muy inteligente, y que al sabio, paradigma de la prudencia, por ser ciego, quiso dejar en evidencia.

El sabio estaba en el piso de su casa sentado cuando llegó Isabel a su lado.

-Mi nombre es Isabel y me gustaría con su ayuda solucionar alguna duda.

-Pregunta, mocita,  pregunta, bonita.
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-¿Qué par de ojos son más hermosos, los ojos verdes, los marrones, los negros, los avellana o los azulones?

El sabio le iba a responder:

-Son igual de hermosos todos los ojos que pueden ver,  mujer.

La joven no se dio por vendida, pues era muy atrevida.

-¿Y qué es más fuerte, una roca o una gotita de agua? Una gotita
 pequeñita.
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El sabio se percató de que quería burlarse de él, pero no se enfadó, sino que su sabiduría empleó.

-¿Quién es más necio, doncella, la que pregunta una necedad o quien que da respuesta ella?
-¿Me está llamando ignorante, farsante?
-La mujer que pregunta sabiendo la respuesta, de inteligencia no anda muy puesta.
-¡La sé yo, pero usted no!
-Anda, vete por donde has venido, y ojala esa gotita te caiga en la cabecita miles de millones veces, a  ver si la horada y mete dentro algo de sabiduría porque hoy en día ahí dentro no hay nada.

Moraleja: Quien a burlarse de alguien está dispuesto a salir burlado está expuesto.

                                        Fin
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En las praderas africanas vivían el búfalo africano Tano y el picabueyes Reyes. De que eran amigos todos los animales eran testigos. Mas por estar juntos noche y día se acabó su sintonía.

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Un día soleado, le dijo, algo mosqueado, el
búfalo africano Tano al picabueyes Reyes:


-Por no parar de comer, ladrón, ayer casi me come un león.
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-Un fallo lo tiene cualquiera, camarada de la pradera.


-No me llames camarada, tú conmigo no tienes nada.
-Millones de parásitos te quité y miles de veces del peligro te avisé. Diez años llevo contigo. Soy tu mejor amigo.
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-¡Y un higo! No te quiero ver más, parásito andante, necio, pedante.

El picabueyes Reyes, apenado, se fue de su lado.

De esto un mes pasó, y un día, ocurrió lo que ocurrió. El picabueyes Reyes, junto a otros picabueyes, estaban a lomos del rinoceronte Caronte cuando vio a un león que con el búfalo africano Tano se quería dar un atracón. 
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Se fue volando, al búfalo africano Tano, avisó y la vida le salvó.

Moraleja: Los amigos de verdad, los que son más valiosos que un rubí, aunque te pases con ellos, siempre estarán ahí.

                                 Fin
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