Seis cuentos con ilustraciones para niñas y para niños
-No digas tonterías, atontada. Vuestra raza sería derrotada -afirmaba el elefante Tunante.
-La hormigas unidas jamás serían vencidas. ¡Narizotas. rey de los idiotas!
-Enana, cosa diminuta. ¡Qué sabrás tú lo que es la fuerza bruta.
-¡Ay lo que me ha llamado este orejón desalmado!
-!En guardia, mocosa! ¡¡Vas a acabar en una fosa!!
Lo que empezara como una conversación para matar el tiempo podría acabar de modo cruento.
-No te pongas así, Tunante, talante, hombre, talante.
-¡Cobarde, apocada, sabes que contra mí no puedes hacer nada!
-Haya paz, haya paz que tu aún no sabes de lo que puedo ser capaz.
-¡Discusión zanjada! ¡Guerra ganada! -dijo creyendo la lucha acabada.
Poco después el elefante Tunante hacia el río corría gritando y llorando.
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Anita era una lorita muy bonita que cantar no cantaba, pero hablar sí, hablaba por ella, por su prima, por su hermana y por su vecina, y no hablaba por su tía porque no la conocía.
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-¿Cómo se puede ser tan desgraciado por estar con una lorita entusiasmado?
-¿Quien es el ciego, señora, que no la encuentra seductora?
Después de la Candelaria, había en una zarza un nido bien escondido, era el nido de Federico y de Ada, la que ahora era su esposa amada.
Como ya había terminado de poner su huevo, la holgazana cuco Ana se dio aires de señora.
La risueña ardilla Paquilla contó los huevos y vio que antes cinco había y ahora uno más aparecía.
-No se lo puedes contar, ya que si lo haces el nido va a abandonar.
La risueña ardilla Paquilla, se puso a cavilar y el secreto decidió guardar.
Los polluelos crecieron y Paco Calleja, que de Paca era pareja, vio que uno de los polluelos no fuera fecundado por él, y de su pico salieron palabras de hiel.
La mundial se montó y Calleja a Paca abandonó. Pasado un tiempo la ardilla Paquilla a Paca acabó por confesar lo que en su día debió contar.
Ya a solas, le dijo Li a su novia Xia, a la que más que a nada en este mundo quería.
-Lo que tu digas. Li, mi amor siempre te pertenecerá a ti.
Con desagrado, y cada uno por su lado, se fueron y largo caminos recorrieron.
-¿Por favor, me puede dar algo de comer, señor?
-Si quieres pan, trabaja, haragán.
Li, trabajó por la cama la comida y la bebida, y a fuerza de ayudar y sufrir, ayudó que el molinero, por casualidad , y de una caña, pudiera el azúcar
descubrir.
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-¡Asco de bicho, símbolo de la decadencia! ¡¿Que haces en mi impoluta residencia?!
-Lo que eres es un bicho asqueroso, odiado y odioso.
-Que no destroza la tierra, que no va de guerra en guerra como el hombre sin nombre.
-¡Y dale con el hombre sin nombre! No hay nada peor que una cucaracha, nada más tremebundo, nada más nauseabundo.
-¿Adónde quieres llegar con tanto arrollar?
-¡Y yo qué sé! Lo único que sé es que el hombre sin nombre acabará dejando la tierra, su morada, completamente asolada y yo me conformo con casi nada.
El conde Andrés, esta vez no le buscó al gato tres pies.
-No lo había pensado. Lo que hace el hombre sin nombre, por tener, no tiene nombre. ¡Pero no defeques ni mees en mi cocina, cochina!
MORALEJA: De quien menos te lo esperas te pueden venir las lecciones más severas.
Fin
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En una aldea de Galicia, donde vivir era un delicia, vicia Juanito, que había nacido enfermo y seguía enfermito. Juanito no podía retozar porque no tenía fuerza en las piernas, pro se divertía viendo a los otros niños jugar.
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Una noche soñó que estaba caminando por el campo con ayuda de las muletas, y de repente, vio bajar del cielo un caballo blanco con un cuerno en la frente.
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-------------------------------------------------------------Al estar en tierra vio como al caballo le desaparecían las alas y se volvía un animal muy tierno que tenía en la frente un cuerno. Juanito los ojitos se frotó, que por cierto, los tenía muy bonitos y a si mismo se preguntó:
-¿Qué me habrá echo daño para ver visiones? Seguro que fueron los tropezones.
El unicornio, que lo estaba viendo, le dijo sonriendo:
-No soy una visión, soy el unicornio Libornio
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