Seis cuentos ilustrados para niñas y para niños 8

              

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Érase que se era, un cerdito llamado Pepito que acostumbraba a liarla parda, por eso diosito le había puesto una angelita de la guarda. 

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La cerdita lo protegía de todo momento peligroso, como cuando se metió con un oso que un atardece estaba robando miel para comer.

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-Ladronzuelo, deja de robar el trabajo de unos animales tan especiales- le dijo el canijo. 

El oso lo miró y le espetó:

-¡Lárgate de aquí, si no quieres de un zarpazo te descoyunte un brazo!                     

-No tengo brazos, matón, pero tengo un cabezón, con el que te voy a embestir hasta hacerte de tu tropelía desistir. 

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El cerdito Pepito, quitó su sombrero, bajó la cabeza e iba a embestir al oso con fiereza. Bernarda, viendo que la tragedia se acercaba, en la colmena golpeó y las abejas, enrabietadas, al oso y al cerdito hicieron correr a más no poder. 

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En fin, que el cerdito Pepito era tan gamberro y tan bonito, que a Bernarda, la angelita de la guarda, tanto le gustó que a diosito le pidió volver a ser mortal para poder estar con un cerdito tan especial. Diosito hizo posible lo imposible y Bernarda dejó de ser angelita de la guarda. 

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El cerdito Pepito cuando a Bernarda conoció, también le gustó.

-¿Qué hace por aquí una cosita tan bonita?

-Buscar unas bellotas para ponerme las botas.

-Sé de un lugar donde te vas a hartar.

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Sabía, lo que no sabía el cerdito Pepito, era que había encontrado un cariño desinteresado

Lo malo fue que sin angelita de la guarda, el cerdito Pepito ya no podía liarla parda, y como con el jabalí Lui se peleó, su suerte se acabó.

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Bernarda, desesperada,  con diosito volvió a hablar, y diosito la volvió a ayudar.

Ahora están los dos en el cielo, porque, niños y niñas, chavalas y chavales, aunque no lo creáis, también hay un cielo para los animales.

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Moraleja: Cuando te visite la desesperación y pienses que nadie te puede ayudar hacia arriba debes de mirar, nada tienes que perder y mucho que ganar

                     Fin                             

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La hormiguita Paquita era una hormiguita cojita. No podía coger mucho peso. ¿Pero que importaba eso? Ella podía trabajar y trabajando no dejaba de cantar.

-Tralaralará tralaralarita, soy una hormiguita.

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Un día, la mariquita Rita vio a la hormiguita Paquita caminando y cantando, y al verla cojear, así le iba a cantar:

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-Tralaralará, tralaralarita, mira como cojea la hormiguita.

La hormiguita Paquita dejo de trabajar y de cantar, y le iba a contestar:

-No le veo la gracia a reírse de mi desgracia.

La mariquita Rita siguió cantando.

-Tralaralará, tralaralarita, cooojita, cooooojiiiiita, coooojiiiiita.

La hormiguita Paquita vio venir volando a un pájaro hormiguero con ganas de guerra y se metió bajo tierra.

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Se fue volando la mariquita Rita, hacia su casita en el bosque de la Gran Margarita, cuando una golondrina la vio y hacia ella se abalanzó.

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La mariquita Rita se asustó, en unas zarzas cayó y una patita se rompió. Comenzó a llorar y a cantar:

-Tralaralará, tralaralarita, soy una cojita... como la hormiguita...

Moraleja: Nunca te rías de las desgracias de los demás, que la desgracia es viajera y puede llamar a tu puerta un día cualquiera.
                  

                                     Fin                      

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Bastián, era un perro Pastor Alemán, cordial, de esos de buen caminar que  todo el mundo quería agradar. Ocurrió que un día de locura tres amigos y una amiga le iban a hablar de pintura.

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Al primero que encontró fue a Amador, un perro Labrador, muy hablador y aún más trabajador, que le iba a preguntar sobre algo que él y otros perros acababan de comentar. ¿Crees como yo que Goya es el mejor pintor que ha traído al mundo el Señor?

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-¿Goya? Una joya, y el Quitasol, un cuadro sin un fallo.

Al segundo que encontró fue a Andrés, un perro Gran Danés.

-Bastián. ¿Crees como yo que Picasso es el maestro de maestros, el pintor que pintó mejor?

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-¿Picasso? Veo sus cuadros y de gozo me abraso, y El Guernica, su pintura más rica.

A la tercera que encontró fue a Rita, una perrita Akita.

-Bastián. ¿Crees como yo que Murillo el el mejor pintor que puso sobre la tierra el Señor?

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-¿Murillo? Murillo hacía grande lo sencillo, y la Inmaculada es su obra más lograda.

Al cuarto que encontró fue a Eduardo, un perro San Bernardo.

-Bastián. ¿Crees como yo que Velázquez en la pintura era un dios y cómo el no hay dos?

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-¿Don Diego? A quien diga que no es el mejor pintor le pego, y Las Meninas, en la pintura es de la pintura la más fina de las finas.

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Horas más tarde estaban esperando Rita, la perrita Akita, Bernardo, el perro San Bernardo, Andrés, el Gran Danés, y Amador, el perro Labrador, por Bastián el Pastor Alemán. Lo vieron venir, y aunque Bastián quiso, no pudo huir. Le dijo Rita, la perrita Akita:

-Dile a estos ignorantes cual es el mejor pintor,
amor.

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Viendo que no se podía librar. así les iba a hablar:

-La belleza de la pintura está en los ojos de quien la mira y admira.

Por decir lo que pensaba lo mandaron a por peras limoneras. Bastián, el Pastor Alemán, había perdido una amiga y tres amigos.

Moraleja: Quien quiera contentar a cada perro que le ladre acabará por no contentar ni a su madre.

                                          Fin

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En una ciudad de Oriente, donde había más personas que gente, vivían Jalila, Alila, Kalila y Nabila,  hijas de Ali el panadero, de  Dalil el carpintero de Mohamed, el médico y de Adnan el barrendero. Tres muchachas muy hermosas y muy unidas, mas dos de ellas muy presumidas.

Paseando le dijo Jalila a Alila:

-Yo no pudo presumir de padre como presume de marido mi madre. Mi pare es un simple panadero, no, no puedo presumir ni quiero.
Presumo de belleza, esa es mi mayor riqueza.
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Alila era una fresca y entró a la gresca.

-Ni yo de padre como presume de marido mi madre. Mi padre es un simple carpintero, no, tampoco quiero presumir ni quiero, pero como me llamo Alila que puedo presumir de mi belleza divina.

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Kalila, que era muy educada, dijo algo turbada:

-Yo estoy orgullosa de mi padre como lo está mi madre y no porque sea galeno, lo estoy porque es un hombre bueno, y eso de ser guapa, fea o del montón, no es cosa que turbe mi corazón.

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Jalia y Alila se quedaron calladas porque sus padres eran hombre buenos aunque ellas salieran venenos.

Nabila dijo, después de escuchar a Jalila, Alila y Kalila:

-Pues yo presumo de padre como presume de marido mi madre.

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Al unísono dijeron Jalila y Alila:

-¡Si tu padre es un pobre barrendero!

-Es un obrero, como lo es el panadero el galeno el carpintero. Sin el carpintero no tendríamos camas donde dormir. Sin el galeno sería más fácil morir. Sin el panadero no tendríamos pan para comer y bien vivir, y sin mi padre, sin mi padre, con su buen hacer al barrer, la basura nos iba a comer.... Sí, mi padre el un humilde barrendero, y yo presumo de padre y lo quiero.

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MORALEJA: Desde la hormiga a la abeja, pasando por la jineta, todos somos necesarios en este planeta.

                                          Fin

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Érase que se era una perrita muy bonita llamada Rita que quiso encontrar a un perrito que la supiera contentar.

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Cinco pretendientes vinieron a su vera. Piero, un perro lengüetero fue el primero que la cortejó, y así le habló:

-Quiero casarme contigo, Esther, soy algo feo, como puedes ver, pero ssoy quien mejor te puede defender

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-No me lamo Esther, y no quiero que nadie me tenga que defender. Además. ¿Qué me darías de comer?

Piero cómo no supo que responder tuvo que desparecer.

El segundo fue Facundo, el perro del marqués de la isla del Feligrés.

-Cásate conmigo, monada, y no te faltará de nada. Soy el perro más rico y si me aceptas donde nos dé la gana meteremos el hocico.

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-Mete tú el hocico donde quieras, o donde seas capaz, pero a mí déjame en paz.

Facundo se fue desilusionado porque a la perrita no le había gustado.

El tercero fue Lucero, el perro del panadero.

-Yo te ofrezco un lugar calentito donde estar, y de zampar nunca nos va a faltar.

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-Eres un cachorrito encantador, pero no busco a un hijo adoptivo, querido

Lucero volvió cabizbajo a la panadería en la que vivía.

El cuarto fue Nono, un perro soso y mentiroso.

-Mi nombre es Nono y soy un perro muy gracioso y muy mono.

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-No busco un perro mono, ni gracioso, lo que busco es un perro cariñoso.

El quinto fue Baldomero, un perro callejero. Baldomero, era un perro sonriente y dicharachero.

-Yo no te pido que te cases conmigo, sólo te pido ser tu amigo.

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-Dime primero. ¿Para que quiere mi amistad un perro callejero?
-Sí, lo primero es lo primero, y lo primero que te tengo que decir es que como pareja te quiero. Y para poderte encandilar cerca de ti debo estar. Para eso quiero tu amistad, mas no creo que me la des porque es demasiada tu beldad.

-Demos un paseo, adulador, y sigue hablándome de amor.

Moraleja: Ante el amor la mayoría de las cosas pierden valor.

                                            Fin

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Érase que se era un viejo camaleón llamado Sansón al que conocían por tener un gran corazón. Vivía en un bosque del norte, ya no le quedaba mucho porte, pero por las águilas y los halcones era ignorado y por otros animales, respetado. 

Una perfumada mañana estaba el camaleón Sansón en un soleado lugar, cuando su ahijada, la mariposa Rosa, lo oyó suspirar, y así le iba a hablar:

-Tienes cara de cansado, de hambriento, de sueño y de enfadado

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-Llevo una semana sin comer y te aseguro que no sé que hacer, dormir no me iba a ayudar, lo que necesito es tragar. 

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Una libélula que lo oyó en ayuda de Rosa acudió.

-¡Aléjate de ese ojo clueco o te hará en su barriga un hueco!

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El camaleón era un artista como cuentista.

-No le hagas caso a esa tonta del copón. Ven y dale un beso al vejo Sansón, un beso que te salga del corazón. 

Un sapo que con la mariposa Rosa también se quería dar un atracón de dijo al camaleón:

-Hay que  ser desgraciado para querer meterle a una mariposa un bocado.

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La libélula de nombre desconocido, le dijo a la mariposa, mirando para el bandido:

-¡Con ese feo condenado también tienes que tener mucho cuidado!

El sapo Napo se enfadó a la libélula insultó. 

-¡Cállate, matapiojos, reina de los flojos!

El camaleón Sansón  volvió con pamplina fina.

-No le hagas caso a ninguno, y dame un beso, solo uno.

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-Te doy el beso, padrino, y me voy que con tanto ruido ya no sé ni donde estoy. La mariposa a darle el beso se acercó. El camaleón la lengua le echó y la mariposa Rosa por milímetros, de ser devorada se salvó.

Moraleja: Cuando el hambre ladre en el camino no te fíes ni de tu padre, y aún sin ladrar, a extraños no te debes acercar.

                                        Fin                                                                     

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