Seis cuentos con ilustraciones para niñas y para niños 14 y último
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-¡Un cisne color gris! -dijo la cisne Cris.
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-¿Ceniza? ¡Negro cómo la caoba! -dijo la cisne Jacoba. ¡Seguro que es de esa clase que engaña, mata y roba!
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Luego, dijo María, de todas las cisnes la más fría:
-Yo no soy racista, pero no me gusta el color ni la pinta de ese artista.
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Por último la cisne Estrella, la cisne más bella, la más presumida y muy creída. Le dijo a Pedro, el cisne negro:
-Vete de nuestro lago engendro. ¡Y ojalá acabes enterrado debajo de un almendro!
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Pedro, el cisne negro, a las tres miró y así les hablo:
-Sois cuatro mal criadas, cuatro mal educadas...
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Lo interrumpió María, la cisne más fría.
-Aquí nada tienes que pintar. ¡A volar!
-Me voy por donde he venido. Siento haberos conocido, hijas, hijas cómo vosotras era mejor no haberlas tenido.
El cisne negro volando se marchó y a las cuatro cisnes apesadumbradas dejó.
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MORALEJA: Nunca juzgues por el color y las cosas te irán mejor, y menos si no sabes de donde vienes y que progenitores tienes.
Fin
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El rey Flavio, al que sus aduladores apodaban El Sabio, de sabio no tenía nada y era malo como un palo. Este rey reinaba en Mijas y tenía tres hijas.
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La Parca viendo que a su pueblo de hambre iba a matar, una noche lo fue a visitar, y le dijo que o abdicaba y en su lugar dejaba a una hija recta y de fiar que al pueblo dejase de ahogar o con ella la iba a llevar.
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La Parca viendo que a su pueblo de hambre iba a matar, una noche lo fue a visitar, y le dijo que o abdicaba y en su lugar dejaba a una hija recta y de fiar que al pueblo dejase de ahogar o con ella la iba a llevar.
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El rey, asustado, cuando la parca echó a volar, por vez primera a Dios le iba a rezar.
A la mañana siguiente a sus tres hijas mandó llamar y delante de cortesanas y cortesanos, así les iba a hablar:
-Mi trono voy a dejar y en una de las tres voy a abdicar. Rosalía, que me queréis es indiscutible.
¿Pero creéis que para el pueblo fui un rey imprescindible?
Rosalía, cera le comenzó a dar, pues quería reinar.
-Imprescindible como lo es la rosa al jardín. El pueblo os adora como la zarza adora a la mora.
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-¿Y vos, Lucía, la que por algún extraño motivo siempre quisisteis ser invisible? ¿Creéis que para el pueblo fui imprescindible?
Lucía no le mintió, y así le hablo:
-Fuisteis imprescindible como el rencor, señor. Benevolente y de tan buen corazón como el que tiene el azor que por diversión destripa a un gorrión. ¿Cómo osáis preguntar si de norte a sur y de este a oeste dicen que sois peor que la peste?
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El rey, asustado, cuando la parca echó a volar, por vez primera a Dios le iba a rezar.
A la mañana siguiente a sus tres hijas mandó llamar y delante de cortesanas y cortesanos, así les iba a hablar:
-Mi trono voy a dejar y en una de las tres voy a abdicar. Rosalía, que me queréis es indiscutible.
¿Pero creéis que para el pueblo fui un rey imprescindible?
Rosalía, cera le comenzó a dar, pues quería reinar.
-Imprescindible como lo es la rosa al jardín. El pueblo os adora como la zarza adora a la mora.
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-¿Y vos. María, creéis que fui un rey imprescindible y con sabiduría?
María también lo iba a adular, ya que ella también quería reinar.
-Imprescindible porque sois benevolente, y sabio porque con vos vive mejor la gente.
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-¿Y vos. María, creéis que fui un rey imprescindible y con sabiduría?
María también lo iba a adular, ya que ella también quería reinar.
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-¿Y vos, Lucía, la que por algún extraño motivo siempre quisisteis ser invisible? ¿Creéis que para el pueblo fui imprescindible?
Lucía no le mintió, y así le hablo:
-Fuisteis imprescindible como el rencor, señor. Benevolente y de tan buen corazón como el que tiene el azor que por diversión destripa a un gorrión. ¿Cómo osáis preguntar si de norte a sur y de este a oeste dicen que sois peor que la peste?
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Los cortesanos pensaban que la iba a reprender, o lo que es peor, que la iba mandar prender, pero el rey de su trono se levantó y a los cortesanos y cortesanas, les espetó:
-Ella será mi heredera, será Lucía III.
Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.
MORALEJA: La verdad puede herir pero jamás se debe dejar de decir.
-Ella será mi heredera, será Lucía III.
Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.
MORALEJA: La verdad puede herir pero jamás se debe dejar de decir.
Fin
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-¿Tienes hambre? -le dijo la mona Ramona al león Ramón cuando a su lado llegó-. Pues tu comida soy yo... Estoy cansada y de la vida asqueada.
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La respuesta del León Ramón fue un rugido que que le dejó a temblar el oído. Luego, de la mona Ramona se compadeció y así le habló
-Deja de sonreír. ¿Estas loca? Anda. Vete... que se me hace agua la boca.... Pero, antes, dime: ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te ha dañado?
Moraleja: La vida es cómo un variopinto laberinto. Cuando un alma está más perdida más cerca está de encontrar la salida
Fin
Y volaba la mariposa Generosa, una mariposa muy hermosa, pero que hermosura presumía porque sabía que las había más bellas que ella. Era una mariposa diferente, si seria diferente que hasta le gustaba la gente
-La naturaleza es sabia doncella, el hombree, el abejorro y las aves depredadoras acabarán con ellas.
-¿Y mientras tanto, encanto?
-Te preocupas demasiado por las velutinas. Hay más bichos peligrosos, falsos y enredadores, los enredadores son los peores.
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Iván, que era un joven físicamente agraciado y adinerado, día tras día la cortejaba, pero la campesina de sus intenciones desconfiaba, ya que su madre le había dicho que el hombre es un bicho que busca pudrir la manzana sana.
Estaba la campesina Silvina, una mañana de primavera. cogiendo flores en la pradera, cundo llegó Iván montado en su caballo.
Una mañana estival iba un camión por una carretera comarcal. De su carga se cayó una caja de hijos y de eso hubo dos testigos, el ratón Ramón y el escarabajo Petajo. El escarabajo Petajo le dijo al Ratón Ramón:
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Caminaba la mona Ramona por la selva de la Vieja Cotorra, que estaba en la Porra, cuando la vio el león Ramón. Ramón se relamía pus hacía días que no comía y la mona Ramona hacia él venía.-¿Tienes hambre? -le dijo la mona Ramona al león Ramón cuando a su lado llegó-. Pues tu comida soy yo... Estoy cansada y de la vida asqueada.
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La respuesta del León Ramón fue un rugido que que le dejó a temblar el oído. Luego, de la mona Ramona se compadeció y así le habló
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-En una semana todos mis amigos me han abandonado. Mi madre me ha dejado...
-Algo habrás hecho mal, pedazo de animal.
-¡A que antes de que me comas te parto la nariz, feo, infeliz! Yo no hago nada mal, ni soy un animal. Vas a comer a una doncella, y por cierto, muy bella.
-Ya veo porque todos te han abandonado, lo raro es que no te dieran antes de lado.
La mona levantó la cabeza y dijo con tristeza:
-Me he hecho la loca para que me comieras con tu gran boca. Lo cierto es que quien me ha dejado es mi novio amado.
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-¡Qué pena me da la nena! -dijo el león Ramón, con ironía, al tiempo que se entristecía-. Yo soy el último león de la selva de la Vieja Cotorra. No tengo novia que me pueda dejar y no podré procrear, si lo tuyo es un problema, los clavees son laureles.
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-En verdad estás amolado. Lo mío no es nada, con lo tuyo comparado... Si me sigo quejando... sería pecado.
-¿Ya no quieres ser mi yantar? ¡Pues ahora te voy a devorar!
¿La devoró? Creo que no.
Fin
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Por el reino de la gran pradera, también llamado reino de la fantasía verdadera, volaba Sabrina, una Libélula que tenia fama de adivina, pero que era de todo la cochina, menos adivina.
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Volaba el mosquito Lito, un mosquito muy valiente con la gente, cuando estaba dormida, cuando estaba despierta andaba siempre alerta, por eso de día zumbaba y zumbaba, pero nunca picaba.
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Volaba mosca Tosca, que venía de hartarse de comer el azúcar de una rosca, aunque se zamparía algo mal oliente si lo tuviese enfrente, a ella lo mismo le daba que lo mismo le tena, ella comía y comía..
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Volaba el abejorro Cachorro, que venía de polinizar flores de un cercano palmar y que al volar producía un zumbido espectacular, que sabia variar y que parecía que estaba componiendo algún cantar.
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Volaba la avispa Chispa, que no clavaba su aguijón, aunque a veces quería, pero sabía que si lo clavaba se moría.
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El mosquito Lito, que se había salvado del ataque de una velutina, le preguntó a Sabrina, la libélula adivina:
-¿Acabará alguien con las abejas velutinas?
-¿Te atacó una avispa asesina?
-Sí, están por todas las equinas.
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-¿Y mientras tanto, encanto?
-Te preocupas demasiado por las velutinas. Hay más bichos peligrosos, falsos y enredadores, los enredadores son los peores.
-Nombra alguno que sea enredador, por favor.
-La mantis religiosa, las arañas las pirañas, yo...
-¿Quién es yo?
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Sabrina, la Libélula adivina al mosquito Lito descalabró, y después a la mosca Tosca se cargó. Los otros insectos se fueron de allí poniendo alas en polvorosa, la primera de todos la mariposa Rosa.
Sabrina, la Libélula adivina al mosquito Lito descalabró, y después a la mosca Tosca se cargó. Los otros insectos se fueron de allí poniendo alas en polvorosa, la primera de todos la mariposa Rosa.
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MORALEJA: Mira bien con quien te casas no vaya a ser que queriendo salir del fuego caigas en las brasas.
Fin
Fin
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En la tierra de Barlovento, donde entonaba bellas canciones el viento, vivía Silvina, una campesina de físico agraciado, de la cual un caballero llamado Iván estaba enamorado.
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Iván, que era un joven físicamente agraciado y adinerado, día tras día la cortejaba, pero la campesina de sus intenciones desconfiaba, ya que su madre le había dicho que el hombre es un bicho que busca pudrir la manzana sana.
Estaba la campesina Silvina, una mañana de primavera. cogiendo flores en la pradera, cundo llegó Iván montado en su caballo.
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Después de de desmontar, y de quitarse el yelmo, así le iba a hablar:
-¿Qué podría hacer para demostrar que os quiero, bello lucero?
La campesina Silvina se enojaba, cada vez que así le hablaba, Desconfiaba de lo que le decía porque ella para él poca cosa se creía.
-Caballero, es fácil decir, os quiero, y llamar bella a una doncella,
-¡Os amo, os adoro! Pedid lo que deseéis, tierras, oro...
Por vez primera, y para variar, la campesina Silvina a Iván le iba a preguntar:
-¿Con qué compararíais mi belleza? Hablad con franqueza.
Ivan, le dijo, loco de contento:
-¡Sois bella cómo un pensamiento!
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-¡¿Un pensamiento?! ¡¡Un pensamiento obsceno!! Sois cómo un veneno. Marchad y no volváis a mi lado.
Iván, se marchó. Nunca más a Silvina cortejó. Y un amor que pudo ser de leyenda no llegó a ser ni un chisme de tienda
MORALEJA: Quien vive en un mundo de desconfianza a favor del diablo rompe una lanza.
Fin
-¿Qué podría hacer para demostrar que os quiero, bello lucero?
La campesina Silvina se enojaba, cada vez que así le hablaba, Desconfiaba de lo que le decía porque ella para él poca cosa se creía.
-Caballero, es fácil decir, os quiero, y llamar bella a una doncella,
pero que me queréis no demostráis. Yo creo que de mí os mofáis.
-¡Os amo, os adoro! Pedid lo que deseéis, tierras, oro...
Por vez primera, y para variar, la campesina Silvina a Iván le iba a preguntar:
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Ivan, le dijo, loco de contento:
-¡Sois bella cómo un pensamiento!
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La campesina Silvina, se enfadó, y de su lado lo echó.
-¡¿Un pensamiento?! ¡¡Un pensamiento obsceno!! Sois cómo un veneno. Marchad y no volváis a mi lado.
Iván, se marchó. Nunca más a Silvina cortejó. Y un amor que pudo ser de leyenda no llegó a ser ni un chisme de tienda
MORALEJA: Quien vive en un mundo de desconfianza a favor del diablo rompe una lanza.
Fin
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-Yo los vi primero, compañero.
El oso Veloso, que se acababa de bañar, los vio pelar. Luego en los higos se fijó y uno uno se los zampó.
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-¡Anda ya, titiritero, yo lo vi primero! -dijo el ratón Ramón, con aires de fanfarrón.
-¡Titiritero eres tú, ratón puñetero!
-¡A qué te piso la cabeza, rareza de la naturaleza!
El escarabajo Petajo se puso de pie, las uñas sacó y lo retó.
-A ver si tienes lo que hay que tener, difícil de ver.
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El ratón no se lo podía creer.
-¡Hay que risa tía Marisa!
Habiendo de sobras para los dos se habían en una discusión que parecía no tener solución.
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El escarabajo Petajo y el ratón Ramón dejaron de pelear pero ya era tarde para jalar.
MORALEJA. Quien no hace algo cuando puede, probablemente no lo podrá hacer cuando quiera.
Fin
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