La alegría (soneto, poesía)

No fue dama que se creyó princesa 

con ridículos aires de grandeza,

era tanta su delicada belleza  

que ajaba las flores de la dehesa.


Él la besaba como Selene besa

las cosas bellas de la naturaleza,

las cosas que atesoran pureza,

las cosas que saben a miel y a fresa.


El dulce aroma que desprendía

en sus sueños más delirantes

la volvieron reina de su alegría.


La alegría del rey de los tunantes,

que sin comérsela se la comía 

 mejor que el amante de los amantes. 



José Enrique Oti García.




 

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