10 cuentos, fábulas y leyendas 3

 


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En el reino de la Esperanza, donde nobles y pobres se llenaban la panza, vivía la princesa Vega, 



una princesa ciega, cuya única diversión se la proporcionaba un bufón. Se llamaba Simón, 


y aparte de ser su bufón, era su amigo sincero y su leal compañero.


La princesa, estaba en edad casadera, pero aún siendo preciosa, al ser ciega, no había príncipe que la quisiera.

El rey y la reina,


decidieron mandar un emisario a la cueva de la hechicera Lucera, 


para que les diera una solución, y esta fue su conclusión,

-Aquí, campeón,  no valen dientes de ajo ni ojos de tritón. Que le pongan dos diamantes en las cuencas vacías y le sobraran pretendientes en menos de dos días.

Hicieron caso a la hechicera. Los dos diamantes más valiosos,
por un orfebre fueron tallados y por un galeno


 en las cuencas de los ojos de la princesa fueron colocados.

Mas ocurrió, que los pretendientes eran todos unos interesados y unos petulantes que sólo venían a por los diamantes y la princesa lo notó y a todos rechazó.

El tiempo pasó y la princesa no se casó. Luego, al reino lo azotaría una sequía. El rey, uso su fortuna para que en su pueblo no hubiera hambruna, mas llegó un momento que el rey había acabado con su tesoro  de rubís, zafiros,



esmeraldas. diamantes, de oro... Lo único de valor en el reino, eran los ojos de la princesa Vera, que cuando se enteró, a sus progenitores les espetó:

-Usad los diamantes de mis ojos, padre, madre, usadlos para dar de comer a todos ser, hable, maúlle, o ladre.

Estaba la princesa Vera, 



con las cuencas vacías, y cuando creyó que nadie la querría, le dijo el bufón Simón:

-Con o sin ojos, sois la mujer más dulce del reino, alteza, la mujer mas bondadosa, la que posee la mayor belleza.

-Lo siguiente que me vais a decir es que estáis de mi enamorado y os lo tenías callado.

-No os lo iba a decir, mas ya que lo habéis mencionado, os amo a vos y a nadie más he amado. Os amo como el huerto ama al río. Como la mañana ama al rocío, os amo, señora, como el día ama a la aurora.


Yo también os amo y me lo tenía callado. ¡No se que daría por ver vuestro rostro, simón. mi simón amado.

Simón, a la princesa en los labios besó, y después así le habló:

-Para que podáis ver sólo hay una manera, luz de mi primavera.

-No hay ninguna. No me podría ayudar ni la mismísima luna. 

Simón el bufón, a la princesa le hizo cosquillas en las costillas, y dejándola sonriendo, se fue yendo. Tenía que  coger el camino y afrontar su destino.

En el bosque del chacal, Invocó al dios Baal.

-¡Baal, Baal, Baal! ¡¡Dios sin igual!! ¡¡Yo te invoco!! Como nadie aparecía, gritó ¡¡¡Yo te invoco, loco!!!

Se le apareció el dios Baal, y le dijo al bufón Simón:

-¡¿Yo te invoco, loco?!

-Loco, loco de amor, tenía que estar. para quererte invocar.
-Venga, suelta el rollo, cara de pollo.

-Quiero darle mis ojos a una mujer para que al fin pueda ver.

-Ya lo sabía. ¿Y no quieres que se acabe en el reino la sequía?

-Sería una bendición, dios de mi devoción.

-Menos pelota, idiota. Sabes que si cumplo tu deseo vas a morir por él, feo.

-Hágase tu voluntad, dios de la humanidad.

Y su voluntad se hizo, como si se tratara de un hechizo.

Al día siguiente, Vega, la princesa ciega, se despertó. Abrió sus nuevos ojos, y sonrió.


Por primera vez podía ver. Rebosado ilusión salió al corredor y llamó:

-¡¡Simón, Simón, Simón!! 

Pero Simón el bufón, estaba en otra dimensión.

A la princesa le comenzaron a llover pretendientes. Nobles, príncipes y hombres pudientes, mas ella seguía enamorada del bufón Simón.

Un día anunciaron a bombo y platillo la llegada a castillo de Mezcal, el hijo de Baal, y cuando la princesa Vega, la que fuera princesa ciega, con el habló, le preguntó:

-¿Lo que me vais a decir es que de mí estáis enamorado y que ya no os lo podéis tener más tiempo callado?


-No os lo quería decir, mas como lo habéis mencionado, os amo a vos y a nadie más he amado. Os amo como el huerto ama al río. Como la mañana ama al rocío. Os amo, señora, como el día ama a la aurora.

La princesa, cuando la voz del bufón Simón reconoció casi se desmayó. Le daba igual que ahora fuera el hijo de Baal. para ella era Simón, su amado bufón. Lo beso, y después, de alegría, lloró.

En la boda, no hubo grandes festejos, pues se estaban reponiendo de la sequía, pero lo que hubo fue mucha, mucha, mucha alegría.

Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.

                                                Fin
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En un palacio, donde las cosas no  iban tan despacio. El conde Andrés, 




al que le gustaba buscar al gato tres pies. Un día se topó con la cucaracha Pacha. La muy cochina estaba haciendo pis en medio de la cocina,

-¡Asco de bicho, símbolo de la decadencia! ¡¿Que haces en mi impoluta residencia?!




-Dándome un garbeo, y donde me da la gana defeco y meo, y aún así soy mejor que el hombre sin nombre.
-Lo que eres es un bicho asqueroso, odiado y odioso.
-Que no destroza  la tierra, que no va de guerra en guerra como el hombre sin nombre.
-¡Y dale con el hombre sin nombre! No hay nada peor que una cucaracha, nada  más tremebundo, nada más nauseabundo? -¿Has visto a alguna cucaracha de pedofilia infectada, cara lavada?
¿Has visto alguna cucaracha asesina? ¿Has visto a alguna cucaracha que en un atril ladre 



y que por alcanzar el poder sea capaz de vender a su madre? Has visto alguna cucaracha, tío calambre, que deje morir a otra cucaracha de hambre...?
-¿Adónde quieres llegar con tanto arrollar?
-¡Y yo qué sé! Lo único que sé es que el hombre sin nombre acabará dejando la tierra, su morada, completamente asolada.

El conde Andrés, esta vez no le buscó al gato tres pies.

-No lo había pensado. Lo que hace el hombre sin nombre, por tener, no tiene nombre. ¡Pero no mees más en mi cocina, cochina!

MORALEJA: De quien menos te lo esperas te pueden venir las lecciones más severas.

                                          Fin
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El el año treinta y tres mil cincuenta, dentro de más de treinta mil años, por si no te has dado cuenta. Cuando El Gran Universo era un universo formada por todas los universos, donde no había mentiras ni traiciones, la pequeña Quedo, 




le dijo a su abuelo Puedo:





-Cuéntame un cuento de miedo, abuelo Puedo.

El abuelo su sillón se sentó y este cuento le contó:

-Hace muchos, muchos, muchos años, en un planeta llamado Tierra había unos animales de mala raza y su deporte favorito era la caza. Cazaba porque le gustaba, y tanto y tanto le gustó que entre ella se cazó.ç

-Si eran tan villanos no eran humanos.
-Lo eran, aunque no lo parecían, ya que cuanto más tenían más querían. Empezaron con una rueda 





y desde esa ¡Sálvese quien pueda! Se metían en muchas guerras, 




guerras por intereses, que duraban años, días o meses

-¿No sabían que la solidaridad es mejor que la barbaridad?
-Lo sabían de sobras, pero decían : "Si das no cobras" y por eso  mientras unos comían, otros de hambre morían.
-¡¿Y los del consejo de pureza no les cortaron la cabeza?!
-Los consejos no eran legales, por cada oveja había diez chacales.
Poderoso caballero era una  cosa a la que llamaban dinero.


-¿Y el dinero que venía a ser para que un ser humano por él se echara a perder?
-Era un monstruo con dos cabezas, una devoraba el alma y la otra seducía con su belleza.
-¿Así de desgraciados eran en el cuento nuestros antepasados?
-También había gente honrada, la minoría, que le daba al dinero el valor que tenía,


 a esos pocos. los poderosos,  los tildaban de locos.
-¡Qué cuento más espeluznante!
-Y hay quien dice que el cuento es verdad, que se basa en la realidad.
-No digas mentiras abuelo, que te pueden echar del cielo.

                                                     Fin
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En el principio de los tiempos,




de los tiempos en que los hombres para sobrevivir cazaban



y pescaban, cuenta una leyenda que un día, cuando amanecía, a una niñita una cucarachita de esas bonitas en el pie le hizo cosquillitas. La niñita comenzó a reír sin parar y a su padre y a su madre la risa logró contagiar.


Como el resto de los humanos se comunicaban por gruñidos, igual que los animales, cuando los oyeron reír pensaron que sus vecinos habían dejado de estar en sus cabales, mas un hiena


se contagio y el restó de las personas que su risa oyeron también rieron.

Con el paso del tiempo la risa iba a triunfar, fue inevitable, ya que es mejor reír que llorar.

                            Fin
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Estaba Goyo haciendo un hoyo para plantar al lado de un palomar,


un árbol de cuyo fruto se extrae la limonada, cuando se encontró con una lámpara que había sido enterrada. Pensando que no valía para nada a un lado la tiró y al tirarla de la lampara una genio salió.


-Soy la genio de Tolomeo, y por haberme liberado podéis pedirme un deseo.
-Yo soy Goyo



y estoy haciendo un hoyo para plantar un limonero, como ves, pero creía que los genios, deseos, concedíais tres.
-Yo soy una genio, truculenta, y concedo sólo uno, y si me enfadáis, ninguno. Lo de truculenta es porque le doy vuelta a los deseos, sean angelicales o infernales, excelentes o normales.
-Ya que no puedo pedir salud, dinero y amor, darme un tiempo para pensarlo, por favor.
-Mañana en este mismo lugar, a las seis. Soy truculenta, más comprensiva como veis.

Iba Goyo caminando hacia su casa cuando oyó a un hombre por la vida hundido 



decirle a otro bien vestido:

-Yo era rico y ahora no tengo que llevarme al pico.
-¿Qué te pasó?
-Que la mala suerte me visitó.

Más adelante oyó que otro hombre,  a un amigo de jarana, le decía de mala gana:

-Yo tenía una salud de hierro y ahora toso como un perro.



-¿Qué te pasó?
-Que la mala suerte me visitó.

Y llegando a casa oyó como una chica a un chico



le preguntó:

-¿Qué te pasó?

Él le respondió: 

-Que mi amor me dejo.
-¿Por qué?
.¿Y qué se yo? Sólo sé que la mala suerte me visitó.

Goyo, cuando a su casa llegó, cenó, se acostó, y consultado con la almohada la luz se le encendió.

A la hora acordada Goyo se fue a ver a la genio, que lo esperaba intrigada.




-¿Cuál es el deseo que vuestra mente calienta? Y recordad que soy una mujer truculenta.
-Quiero tener suerte el resto de mi vida, querida.
-Sois un insolente, además de tonto y imprudente. Como todos los humanos, no pensáis antes de hablar y después os quejáis cuando por vuestras palabras tenéis que pagar.
-¿Qué he dicho para tratarme como a un bicho?
-Si no fuera porque sois tan bueno y me dais pena... ¿¡La suerte la queréis mala o buena?!
-¡Buena, buena!

Goyo tuvo buena suerte con la salud, el dinero y el amor, y de ser un don nadie pasó a ser un gran señor.

MORALEJA: Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar, que por una palabra mal dicha te pueden crucificar.

                             Fin
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En las praderas africanas vivían el búfalo africano Tano





y el picabueyes Reyes.




De que eran amigos todos los animales




eran testigos.

Mas por estar juntos noche y día se acabó
su sintonía.

Un día soleado, le dijo, algo mosqueado, el
búfalo africano Tano al picabueyes Reyes:


-Por no parar de comer, ladrón, ayer casi me come un león.





-Un fallo lo tiene cualquiera, camarada de la pradera.



-No me llames camarada, tú conmigo no tienes nada.
-Millones de parásitos



te quité y miles de veces del peligro te avisé. Diez años llevo contigo. Soy tu mejor amigo.




-¡Y un higo! No te quiero ver más, parásito andante, necio, pedante.

El picabueyes Reyes, apenado, se fue de su lado.

De esto un mes pasó y ocurrió lo que ocurrió.

El picabueyes Reyes, junto a otros picabueye, estaba a lomos del rinoceronte Caronte.



cuando vio a un león que con el búfalo africano Tano se quería dar un atracón. Se fue volando, al búfalo africano Tano, avisó y la vida le salvó.

MORALEJA: Los amigos de verdad, los que son más valiosos que un rubí, aunque te pases con ellos, siempre estarán ahí.

                                 Fin
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Érase que se era un bosque encantado, donde vivía un cervatillo que hablaba con la luna, pues pensaba que era una diosa generosa. Todos los animales se reían de él, pero el cervatillo Lolillo



a su diosa era fiel, y todas las noches le hablaba, y de hablarle no se cansaba. Esa noche fría, le Decía:

-Baja sólo una noche, baja sólo una vez, quiero ver tu tez .

El jabalí Lui, que pasaba por allí, le habló así:

-¿Quieres ver en la luna a una mujer?


-A una diosa muy hermosa.

-Acabarás perdiendo la cordura, criatura.

-O conociendo el amor, señor.

-En este bosque eres el único cervatillo, Lolillo.

-La diosa me ayudará, ya lo verá.

Mientras se iba, le dijo el jabalí Lui al cervatillo Lolillo:


-Loliillo, Lolilo, Lolillo, tienes menos sentido que un rillo.

Una noche estaba el cervatillo Lolillo comiendo en la hierba cuando se le apareció la diosa Minerva, lo miró, y así le habló:



-Ya has visto mi tez, Lolillo, y pronto el deseo que mil me has pedido te será concedido, con un rayo de luna verás su belleza ciervuna.  

-Sabía que eras hermosa, pero no tanto, mi diosa...

Fue vista y no vista. Minerva, así como había aparecido, había desparecido.

Desde aquel momento, noche tras noche. el cervatillo Lolillo perseguía rayos de luna por el bosque, por la pradera, por donde un rayo de luna viera, hasta que que llegó un día en que pensó que perseguía a una quimera.

-Seguro que fue una ilusión. Aquella mujer fue un espejismo. una mala visión.

En ese momento un rayo de luna iluminó a una cervatilla que le pareció una maravilla.


-¿Cómo te llamas, belleza ciervuna? 
-Selene, y mi nombre viene... 

El cervatillo Lolillo no la dejó acabar de hablar

-De la luna, belleza ciervuna, de la luna.


MORALEJA: Si algo deseas con todas tus  fuerza en otoño, primavera, invierno y verano, algún día lo tendrás al alcance de tu  mano.

                                  Fin
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En el reino más pequeño de la tierra, donde nunca había habido una guerra, y donde había hadas y diosas, entre otras cosas, llegó al trono el rey Grey, un joven de buen corazón, al que algunos nobles,


 innobles, andaban a incitar para que fuese a guerrear y así mas tierras conquistar.


Cierto día, el rey Grey, estando de caza en el bosque, a un ciervo 




una flecha con su arco disparó y a una joven en la espalda se la clavó. La joven, mal herida sobre la yerba cayó, y exclamó:



-¡Maldita sea la puntería del mal nacido que de muerte me ha herido!

El rey Grey en su ayuda acudió y cuando la vio su belleza lo sorprendió. Le dijo a la joven el rey Grey:

-No os moriréis, mi palabra tenéis. 

Al castillo la llevaron y allí los mejores médicos la cuidaron.

Cuando ya estaba recuperada, el rey Grey que todos los días hablaba con ella y que cada día la veía más bella, al lado de su cama se sentó y le preguntó:


-Sé que Bondadosa os llamáis. ¿Pero cómo os apellidáis?
-Paz en la Tierra. Una paz por la que tendréis que ir a la guerra.
-Os ha subido la temperatura, criatura hermosa.
-Soy una diosa que se ha hecho mortal para salvar a tu pueblo de algo infernal. 

-Habéis recaído. Lo que decís no tiene sentido.

 Como no la quería creer se volvió a hacer diosa, la mujer.


El rey al verla se asustó y Bondadosa, del castillo se marchó.


Cuando al rey Grey le pasó el susto y dijo que Bondadosa era una diosa y que si pudiera la haría su esposa, algunos pensaron que estaba loco de atar y lo quisieron destronar. Una guerra se desató y esa guerra el rey Grey la ganó.



Cuando  la guerra acabó, el rey Grey, al bosque volvió, en una piedra se sentó y lloró por no tener el amor de aquella mujer que se metiera tan dentro de su ser.

Bondadosa, por la espalda se le acercó en la mejilla lo besó, y así le habló:

-Habéis salvado muchas vidas acabando con almas corrompidas.
-Han muerto demasiados soldados.
-Sí, pero ni la milésima parte de los que iban a morir si mal aconsejado en otras guerras os hubieseis enfrascado... Cambiando de tema. Me dijo un pajarito que me queríais decir algo bonito.

El rey Grey delante de Bondadosa se arrodilló


 y le preguntó:

-Os quiero. ¿Queréis ser mi esposa, Bondadosa?
-Sí, yo también os quiero como esposo y como compañero.

MORALEJA: Mira bien con quien te relacionas, que hay mucha gente y muy pocas personas.

                                  Fin
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En el Reino del Cascabel, donde el musgo era de miel y las nubes del cielo eran de caramelo, vivían Amador



un príncipe que era un primor y Mistral.



la hija de un general.

Desde chiquillo, el príncipe, que era muy pillo, jugando por los jardines, cámara y pasillos del palacio real le hacía cosquillas a Mistral.

Fue en la sala del trono,


que el príncipe le dijo con solemne tono, mientras le hacía cosquillas a Mistral, la hija del general:

-Os prometo que un día os voy a besar y que os va a gustar.
-¿Y por qué no lo hacéis ahora?
-Por qué aun no llegó la hora

El tiempo pasó y el príncipe creció. Creció Amador




y creció Mistral,


creció y todo cambió.

Mistral era ahora dama de compañía de la reina Rosalía, 




y Amador se había vuelto un seductor, un seductor desengañado, pues sabía que todas las damas 



que había cortejado decían amarlo, sin haberlo amado.

Le prometió a su madre que no se casaría hasta que una mujer le fuera tan fiel que por amor lo diese todo por él.

Un día, al Reino del Cascabel, donde el musgo era de miel, llegó el dragón Simeón,



y les comenzó a comer la miel y expulsando fuego por la boca les derretía las nubes del cielo.

Amador consultó con sus caballeros.




pero ninguno de ellos quería ganar unos buenos dineros matando al dragón Simeón.

Una mañana muy fría, Amador, se despidió de su madre, la reina Rosalía, dejó el castillo,




y se fue a matar al dragón Simeón.

En un descampado con el dragón Simeón se encontró.



El dragón Simeón con una  bocanada de fuego



lo descabalgó. Al príncipe se acercó y lo iba a devorar para desayunar, cuando apareció otro caballero,

que contra el dragón arremetió con una espada, en el corazón le clavó, y con él acabó.

El príncipe, agradecido, le dijo al desconocido:

-Mi vida habéis salvado, pedid, que lo que pidáis os será dado.

El desconocido, dijo, decidido:

-Me debéis un beso. Pagadme con eso.
-¡¿Un beso?! 

El supuesto caballero el casco se quitó, y así le habló:



-Sí, un beso, me lo prometisteis cuando erais un niño travieso.
-¡Vive Dios que no os daré uno sino dos!

Millones de besos le daría, pues Mistral en su reina se convertiría.

Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.

                                          Fin
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En el Reino de las Ilusiones, donde ponían huevos de oro los gorriones, vivía una campesina llamada Tina, 


de la que Donado, el príncipe heredero, estaba enamorado. 

Vivían una historia de amor clandestina ya que el rey Samuel odiaba a la campesina. Prefería ver a su hijo expiando a que algún día estuviese junto a él reinando.

A río revuelto ganancias de pescadores, y el hechicero Cubero


en esas lides era de los mejores. Con el príncipe luchó, con magia lo venció y en su cueva lo encadenó.
El rey Samuel,



que por su hijo daría la piel, como él era mayor pensó que lo mejor sería ofrecer un gran rescate a quien al hechicero Cubero diese Jaque mate.

Los caballeros 



ya ni hablaban de honor porque al mago le tenían pavor. Nadie con él se atrevía. En el reino germinara la semilla de la cobardía.

Ya el rey desesperaba cuando a palacio llegó una enmascarada dispuesta a enfrentarse al hechicero Cubero.

-Mi vida daría por vuestro hijo, Prometedme, señor,  que si lo libero, y él quiere, podré tener su amor.
-¡Vos sois la campesina que embrujó al majareta! ¡¡Quitad esa careta!!

Tina la campesina no se quitó la careta.

-¿Que hay de malo en nuestro amor? Decídmelo, por favor,
-´¡Qué mi hijo es un príncipe y vos sois una andrajosa, una campesina piojosa!
-Tenía que intentarlo, aunque no sabía que vuestro concepto de mí era así. Lo liberaré y nunca más volveré por aquí. Con la recompensa podéis llenar más vuestra despensa.

-
-¿Tenéis ganas de morir campesina?
-Mi nombre es Tina. Mi abuelo era Guido, el mejor guerrero que habéis tenido. De él aprendí todo lo que sé. Quien a mí se enfrenta no acaba en pie.
-Luchad si es lo que queréis, pero sabéis que a mi hijo nunca lo tendréis.

La campesina Tina


 se iba a enfrentar al hechicero Cubero,




Cubero, un nombre que nadie podía nombra por que a todos hacía temblar.
Cubero, al saber que se acercaba un joven que era como un ciclón mando a su encuentro a un dragón.




Al dragón derrotó y su camino siguió.
El hechicero Cubero a un hermano de Cerbero




le envió y también lo derrotó.

Legó a la cueva del hechicero Cubero, que en realidad era una hechicera bella como la primavera, 


y que le dijo a la campesina guerrera:

-Las pruebas que los dioses os habían mandado las habéis superado. Tina, devolveré su hijo a ese rey que tan mal os ha tratado.

Al ver a su hijo, 



el rey Samuel, muy contento estaba, mas había algo que no le cuadraba, por eso le preguntó, extrañado, a su hijo Donado:

-Donado.¿Sabéis quién os ha rescatado?
-Supongo que sería algún caballero duro como el acero.
-¡Maldita sea mi inquina! Ni reinas, ni princesas, ni reyes ni caballeros pueden tener tanta nobleza como esa campesina. Mejor reina que esa mujer este reino no puede tener.
-¿Qué mujer, padre? ¿Qué campesina?
-Tina.
-¡¿Me liberó mi Tina?!

-Sí, hijo, tu Tina. Hubo una gran boda en la que fueron invitados, noble y campesinos de todos los lados.

Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.

                                   Fin
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En el Reino de las Ilusiones, donde ponían huevos de oro los gorriones, vivía una campesina llamada Tina, 



de la que Donado, el príncipe heredero, estaba enamorado. 

Vivían una historia de amor clandestina ya que el rey Samuel odiaba a la campesina. Prefería ver a su hijo expiando a que algún día estuviese junto a él reinando.

A río revuelto ganancias de pescadores, y el hechicero Cubero


en esas lides era de los mejores. Con el príncipe luchó, con magia lo venció y en su cueva lo encadenó.
El rey Samuel,



que por su hijo daría la piel, como él era mayor pensó que lo mejor sería ofrecer un gran rescate a quien al hechicero Cubero diese Jaque mate.

Los caballeros 



ya ni hablaban de honor porque al mago le tenían pavor. Nadie con él se atrevía. En el reino germinara la semilla de la cobardía.

Ya el rey desesperaba cuando a palacio llegó una enmascarada dispuesta a enfrentarse al hechicero Cubero.

-Mi vida daría por vuestro hijo, Prometedme, señor,  que si lo libero, y él quiere, podré tener su amor.
-¡Vos sois la campesina que embrujó al majareta! ¡¡Quitad esa careta!!

Tina la campesina no se quitó la careta.

-¿Que hay de malo en nuestro amor? Decídmelo, por favor,
-´¡Qué mi hijo es un príncipe y vos sois una andrajosa, una campesina piojosa!
-Tenía que intentarlo, aunque no sabía que vuestro concepto de mí era así. Lo liberaré y nunca más volveré por aquí. Con la recompensa podéis llenar más vuestra despensa.

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-¿Tenéis ganas de morir campesina?
-Mi nombre es Tina. Mi abuelo era Guido, el mejor guerrero que habéis tenido. De él aprendí todo lo que sé. Quien a mí se enfrenta no acaba en pie.
-Luchad si es lo que queréis, pero sabéis que a mi hijo nunca lo tendréis.

La campesina Tina


 se iba a enfrentar al hechicero Cubero,




Cubero, un nombre que nadie podía nombra por que a todos hacía temblar.
Cubero, al saber que se acercaba un joven que era como un ciclón mando a su encuentro a un dragón.




Al dragón derrotó y su camino siguió.
El hechicero Cubero a un hermano de Cerbero




le envió y también lo derrotó.

Legó a la cueva del hechicero Cubero, que en realidad era una hechicera bella como la primavera, 


y que le dijo a la campesina guerrera:

-Las pruebas que los dioses os habían mandado las habéis superado. Tina, devolveré su hijo a ese rey que tan mal os ha tratado.

Al ver a su hijo, 



el rey Samuel, muy contento estaba, mas había algo que no le cuadraba, por eso le preguntó, extrañado, a su hijo Donado:

-Donado.¿Sabéis quién os ha rescatado?
-Supongo que sería algún caballero duro como el acero.
-¡Maldita sea mi inquina! Ni reinas, ni princesas, ni reyes ni caballeros pueden tener tanta nobleza como esa campesina. Mejor reina que esa mujer este reino no puede tener.
-¿Qué mujer, padre? ¿Qué campesina?
-Tina.
-¡¿Me liberó mi Tina?!

-Sí, hijo, tu Tina. Hubo una gran boda en la que fueron invitados, noble y campesinos de todos los lados.

Y hasta aquí hemos llegado porque este cuento se ha acabado.

                                   Fin
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