Una vieja cnocida
Estos días he estado con una vieja conocida, veloz como un liebre y que siempre me ha subido la fiebre. Yo no quería, pero la pérfida dama me llevó a la cama. Al sentirla dentro me vinieron sudores y escalofríos. Consiguió que temblara yo, los muelles del colchón y hasta un viejo almohadón. Fue persistente, dura, indecente. No me quitaba de encima a la perra gamberra. Al ser tan impetuosa se convirtió en una cruz que casi acaba con mi salud. Esta mañana se fue, pero la gripe me dejo que aun no me tengo en pie.
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