Miscelánea de autodidacta

En una aldea, gallega, le dice un muchacho a un anciano: -Señor Ramón, su mujer me echa los tejos. -¡Qué suerte tienes, chaval! A mi me echa los perros. José Enrique Oti García.

Decía mi abuela, cuando yo era un niño, "Ahora, le llamas al pirulí "din don", cuando seas un muchacho le llamarás "don din don", después de los sesenta años, le llamarás "don de estás. " Hace unos meses fui a orinar, no lo encontré y exclamé: ¡Qué razón tenía mi abuela! José Enrique Oti García..

Gardenia presumida y graciosa, esclava de espejos y pintura, a poderes misteriosos conjura para conservar su gran hermosura, para ser gacela maravillosa. Hasta su mirada es engañosa, desprende una fragante ternura intentando tornar en dulzura la triste y penosa amargura de un pensamiento o una rosa. Promiscua cómo la mar, caprichosa, sufre al tener una aventura con la imaginativa criatura que busca experiencia novedosa. En balada de suspiros, gozosa, su hechizo de gitana perdura mientras entre maldiciones madura fruta verde nacida cariñosa. Despierta la curiosidad morbosa que esconde la mágica altura donde se pierden halcón y babosa. Le da asco su vida pecaminosa. Cuatro criaturas son su única dulzura en un país de miseria vergonzosa. José Enrique Oti García..

Vas, viejo caminante, con tu cansino caminar, hayas al topo, galante, al caimán que finge llorar. A  la vampiresa, liante, a la urraca, recitar, a un cerdo, arrogante, a la araña, suspirar. Ves al buitre, desafiante, a la vaca que quiere volar, al gusano, petulante, a la rata, crepuscular. Al cordero, intrigante, a un erizo, retozar, a un zorro, radiante, a  loba que quiere bailar. Al halcón, dialogante, a una cucaracha, recitar, al hurón de buen talante, al coyote, trabajar. Al escorpión, tolerante, a la abeja, descansar, a la gacela, cargante, a un jabato, recitar. Todo lo ves denigrante, con ganas de aparentar, con un color insultante en farsa que quieren montar. Ibas, viejo caminante con tu cansino caminar, ya no sigues caminando sientes vergüenza al mirar. José Enrique Oti García.

 ¿Quién no soñó con tener gallardía? ¿Quién no soñó con hacer poesía sobre una rosa un atardecer? Hacer versos que la hicieran arder mientras le susurraba que su querer lograría desbordar una ría. ¿Quién no quiso beber la ambrosía que agachaba muy dentro de su ser hasta que su mente hiciera perder y en su imaginación hizo perecer las tristezas y la monotonía? ¿Quién no deseo una alegría que con su aroma iba verdecer el talle que la iba retener mientras tornaba la noche en día? ¿Quién no soñó en tener gallardía para volver loca a una mujer y que entre besos lo pudiera ver cómo su más preciada regalía? ¿Quien no alcanzó con su fantasía las montañas donde muere el placer cuando la estancia estaba fría? ¿Y quién huirá de la noche fría cuando la realidad quiera roer el último sueño de picardía? José Enrique Oti García.

Tiña gañas de escribirlle unhas rimas anque sei que nunca as vai ler, falarlle de latentes estimas, do que non foi e do que puido ser. Vostede me trouxo ao mundo, vostede me deu un teito, se ás veces fun nauseabundo xamais o fixen sacando peito. A unha nai tense nun pedestal anque nunca se lle de a demostrtar, x a que o home é ese animal que soamente sabe ornear. Moitos son esos momentos en que o día se me fai noite, quero amosar os meus sentimentos pero non consego que me escoite. Ás veces quizáis sexa por cobardía, quizáis porqué teño vergoña non lle digo que é como melodía cando lembro que me quitou a roña. Hoxe semella que morreu o vento nos brazos das vellas almeas pois acaríñame un contento que fai anos non sentía nas veas. Mañá pode regresar o temporal e espertar vellos remordementos pero sei que nesta vida o esencial é vivir pouco cos esperpentos. Xosé Enrique Oti García.

Supongamos que la vida es un río, que ya será mucho suponer, supongamos que aquel poderío solo existió en tu amanecer. Supongamos que la vida es una raposa, que ya será mu cho suponer, supongamos que eras una babosa que iba de mujer en mujer. Supongamos que la vida es tierna, que ya será mucho suponer, supongamos que buscabas  caverna  con  sucio y ficticio atardecer. Supongamos que no suponemos, que ya no es mucho suponer. Supongamos que vemos y no vemos supongamos que nunca quisiste ver. José Enrique Oti García.

       Domingo,  llueve, llueve por las                           /clavelinas en noche con firmamento sin                          /diamantes, millones de almas, penando                          /ambulantes, ven a Selene desde tétricas                                /colinas. Domingo, llueve, llueve entre las                              /encinas, sus sombras parecen difuntos                             /andantes. Libélulas con luces                        ...