Miscelánea de autodidacta

Hay gentes que solo miran para sus ombligos y para los ombligos de sus amigos. Son gentes que no tienen conciencia. y se dan asquerosos baños de indecencia No son más que estómagos agradecidos y malévolos desvergonzados revenidos. Me da asco ver gente burda, lerda, que se dicen progresistas de derecha y de izquierda. La basura es basura, mire como se quiera mirar. y por muchas vueltas que les quieran dar Son lame culos, son una mierda clavada en une estaca, unos son mierda de cerdo y otros son mierda de vaca. José Enrique Oti García.

 

 

Quien quiere hacer de la necesidad, virtud, vive en una realidad paralela,  porque la virtud será siempre virtud  y la necesidad, necesidad José Enrique Oti García.

¡Quién fuera brisa para poder acariciar su piel morena y aterciopelada! !Quién fuera hiedra entre su caminar para hacer que se sienta la más deseada! ¡Quién fuera la saliva de su sensual boca para humedecer su exquisito paladar! ¡Quién pudiera volver a la muñequita loca al amarla después de volverla a amar! ¡Quién pudiera navegar en su bello velero  y luego nadar en una turbulenta marejada! ¡Quién pudiera ser un amante aventurero para dejar a la muñequita morena sacida! ¡Quién pudiera matarla a lujuriosos morreos y desnudar sus encantos en su propio nido! !Quién pudiera ser el dueño de sus deseos, quien pudiera ser su bienaventurado marido! José Enrique Oti García.

 

El pobre de solemnidad  que conoce la miseria de la pobreza  si un día se vuelve rico  no tendrá delirios de grandeza. José Enrique Oti García

 

 

 

 

 

 

  Edouard Bisson                                                                      Bladimir Ksuh                                                                                                                                                  Van Rijn                                                          ...

 

Nada pasa, mujer, todo perdura en el laberinto de la memoria, y más si se ha conocido la gloria de probar el sabor de la locura. De la locura bañada en ternura de una inolvidable historia,  de amor, limpia y contradictoria, como la demencia de la cordura. Si vio su casa ente tus dos torreones y un jardín florido, resplandeciente, entre dos hermosos sauces llorones no te extrañe que fuese un demente que te amaba, como aman los leones, con garra, pasión, con cuerpo y mente. José Enrique Oti García.