Cuando la mujer es religión, sea blanca, morena, color caoba, hallas un altar en su corazón y es humilde ermita la alcoba donde compone una canción, una dulce y romántica trova, el trovador que vende ilusión, mientras ella, suspiros le roba. Cuando la mujer es religión, su boca es pila bautismal, en la que se bautiza el gorrión, el halcón, el mirlo o el pardal, en un nuevo mundo, de pasión, maravilloso, dulce, especial, mundo donde se pierde la razón, un mundo de sueños, virginal. Cuando la mujer es religión, tiene el aroma de una rosa. Es criatura de otra dimensión. criatura grandiosa, maravillosa, lo más perfecto de la Creación, La miras y crees ver a una diosa, un ser que no tiene parangón. pues es, de lo más bello, preciosa. José Enrique Oti García.